Metadona

Introducción

La metadona es un fármaco perteneciente a la clase de los llamados analgésicos opiáceos (narcóticos). Su utiliza para aliviar el dolor intenso en personas que no pueden recibir tratamiento con otros medicamentos. También se usa para evitar los síntomas de abstinencia en personas que hayan tenido adicción a opiáceos tales como la heroína, morfina, opio u otros opiáceos. 

Composición

Las preparaciones de metadona pueden contener diversas dosis de clorhidrato de metadona (el nombre químico específico del principio activo), que deben adaptarse a las necesidades de cada persona. Así, la dosis es mayor cuando se está en proceso de deshabituación del consumo de opiáceos que cuando se está en terapia de mantenimiento.

Propiedades

La metadona es un opioide sintético utilizado para tratar a las personas que eran adictas a opiáceos tales como la heroína, el opio o la morfina. Al unirse a algunos de los receptores utilizados por dichas drogas, permite evitar los síntomas de abstinencia en las personas que han dejado de usarlas.

La metadona es eficaz para reducir tanto los síntomas de la abstinencia de la heroína como los deseos de consumirla.

Presentación

La metadona puede dispensarse en forma de jarabe (Eptadone® o bajo el nombre genérico de metadona, sin marca comercial) o en comprimidos (Metasedin®).

Posología

Suele prescribirse en una única toma diaria. La dosis se pauta de manera individualizada dependiendo del consumo de cada persona. Para llegar a la dosis adecuada de mantenimiento, pueden ser necesarias varias semanas de aumento progresivo.

Contraindicaciones

  • Hipersensibilidad al principio activo o a alguno de los excipientes.
  • Depresión respiratoria o enfermedad obstructiva de las vías respiratorias.
  • Administración concurrente con antidepresivos inhibidores de la MAO (en la actualidad no se utilizan demasiado y suelen reservarse a depresiones que no responden a los antidepresivos más habituales). También está contraindicado el uso de metadona en las 2 semanas posteriores a la interrupción del tratamiento con antidepresivos inhibidores de la MAO.
  • No se recomienda el uso durante un ataque de asma.
  • La metadona no está indicada para niños.

Precauciones

La metadona debe usarse con precaución en personas con problemas cardiacos, ya que puede agravar estas condiciones. También en personas con presión intracraneal alta o lesiones craneales. Dado que el fármaco disminuye la tensión arterial, la metadona debe administrarse con precaución a personas con tensión arterial baja.

Efectos secundarios

La metadona se puede tomar de forma segura durante largos periodos de tiempo, aunque siempre respetando las dosis prescritas, dado que podría producir sobredosis, principalmente si la persona ha participado de manera reciente en un tratamiento de desintoxicación.

Un efecto secundario de la metadona es que puede ocasionar somnolencia, lo que en algunos casos puede percibirse como positivo (sobre todo si el consumo de heroína se ha abandonado hace poco tiempo y se ha pasado por una época de nerviosismo e insomnio).

Sin embargo, al valorarlo a largo plazo, este continuo estado de somnolencia puede resultar incómodo y dificultar las actividades de la vida diaria.

Otros efectos secundarios que pueden tener lugar con la metadona son, entre otros, cambios en el estado de ánimo, pérdida de apetito, disminución del deseo sexual, disminución de la tensión arterial, alteraciones respiratorias y variaciones en el ritmo del corazón.

En relación con este último punto, es recomendable que tu médico te realice electrocardiogramas de forma rutinaria como parte de tus visitas de seguimiento o del VIH o de la drogodependencia.

Una vez la persona se ha habituado al tratamiento de mantenimiento con metadona, dejarlo no es fácil.

Este hecho tendría dos vertientes, una positiva y una negativa. La positiva sería que acostumbrarse a la metadona favorece que no se olviden las tomas y, por lo tanto, disminuye el riesgo de padecer síndrome de abstinencia y deseos compulsivos de consumir, factores ambos que reducen el riesgo de recaída.

La parte negativa es que, del mismo modo que sucede con los opiáceos, acostumbrarse a la metadona crea cierta dependencia. Por esta razón, la finalización del tratamiento se realizará mediante la disminución gradual de la dosis, lo que se conoce como ‘pauta de descenso’.

 Interacciones

En el contexto del tratamiento del VIH, cabe tener presente que la metadona interacciona con numerosos antirretrovirales (como puedes comprobar realizando una consulta en el buscador de interacciones de esta misma página web), pudiendo aumentar sus efectos secundarios o reduciendo la eficacia del opiáceo para controlar los síntomas de la abstinencia.

En algunos casos, la interacción se puede solucionar modificando la dosis de metadona, mientras que en otros puede ser preciso que tu médico te realice otros exámenes. Si estás tomando o vas a tomar metadona con alguno de los antirretrovirales que presentan interacciones, sería recomendable que lo consultaras con tu médico especialista en VIH.

Es importante tener en cuenta, además, que la toma de otros medicamentos podría incrementar los niveles de metadona, siendo necesaria la reducción de la dosis de metadona para evitar un aumento de sus efectos secundarios y, en el peor de los casos, una sobredosis.

Entre estos medicamentos se incluyen algunos antidepresivos, fármacos para tratar infecciones por hongos, tranquilizantes o fármacos para dormir. Si tomas algún fármaco de una de estas familias y te planteas iniciar tratamiento con metadona, es primordial que consultes con tú médico la existencia de interacciones.

En cuanto a otras sustancias que incrementarían la toxicidad de la metadona por aumentar sus niveles, destacan el alcohol y el zumo de pomelo. No se recomienda consumirlos durante el tratamiento de mantenimiento con metadona.

Por otro lado, algunos medicamentos (como por ejemplo los barbitúricos) podrían disminuir los niveles de metadona, por lo que sería necesario aumentar su dosis. Sin embargo, el ajuste de la dosis de metadona debe hacerse bajo control y seguimiento médico para reducir el riesgo de efectos secundarios de metadona y, en el peor de los casos, una sobredosis.

Intoxicación

Una sobredosis grave se caracteriza por depresión respiratoria, somnolencia extrema que puede progresar a estupor o coma, pupilas contraídas al máximo, flaccidez de la musculatura esquelética, piel fría y húmeda, y a veces bradicardia e hipotensión. En sobredosis severa, especialmente por vía intravenosa, puede presentarse apnea, insuficiencia circulatoria aguda, parada cardiaca o muerte.

Es importante contactar con emergencias llamando al 112 en caso de detectar que una persona tiene una sobredosis, dada su potencial letalidad.

 

Referencias

Opciones de tratamiento de la dependencia de opiáceos. Guía básica para personas que viven con VIH. Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH). Barcelona, 2013.

http://www.aemps.gob.es/

https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/medlineplus.html

Nota: El objetivo de esta ficha es meramente informativo y en ningún caso se pretende estimular el consumo de esta droga, ni sustituir el asesoramiento médico. La organización no se hace responsable del uso inapropiado que pueda hacerse de esta ficha.